domingo, 3 de julio de 2011

El arte ya no está de moda

Por Beatriz Pomés

En tiempos de crisis, todos entendemos necesario redistribuir los recursos económicos para una mejor gestión. Para ello todos los gobernantes han tenido que preguntarse: “¿cuáles son nuestras prioridades? ¿qué servicios queremos defender? ¿cuáles son menos importantes?”. En Holanda la respuesta a esas preguntas no es nada alentadora para todos aquellos que nos dedicamos al arte, pues los gobernantes han propuesto recortes que no sólo aprietan, también ahogan.

El detonante del desastre es la propuesta de un recorte económico de más del 50%. Sobrevivir con menos de la mitad del presupuesto obligaría a reestructurar todo el panorama artístico holandés de forma drástica, obligando a muchas orquestas, grupos de teatro, compañías de danza, instituciones artísticas y festivales, a desaparecer. No obstante, de momento no hay ninguna certeza en estos planes de reestructuración, sino mucha rumorología y más preocupación.

Hablando desde las sospechas, los recortes dejarían intactas las grandes instituciones nacionales como la Real Orquesta Concertgebouw, el Ballet Nacional y la Ópera Nacional, para afectar directamente a todas aquellas instituciones cuyo único “pecado” no es difundir la mala calidad artística sino ser de mediano tamaño y de menor fama que las anteriormente citadas. Concretamente en el ámbito musical, se dice que el número de orquestas nacionales se reducirá a cinco, amenaza que afectaría a prácticamente la totalidad de orquestas del país, condenándolas y obligándolas a fusionarse o desaparecer.

Pero los recortes no se centrarían sólo en las instituciones artísticas ya formadas, el horizonte se avecina mucho peor pues son muchos más los ámbitos afectados. Los recortes prevén reducir o eliminar la financiación para las becas culturales, el WWIK (ayuda económica para artistas emergentes), el Plan de Inversión Cultural y en Centro Regional Histórico (dedicado a la investigación). Por si fuera poco, el IVA cargado en los tickets para los distintos espectáculos artísticos aumentaría del 6% al 19%, ¡un aumento del 316%! Y éstas son sólo algunas de las posibles medidas…

De llevarse a cabo, las consecuencias de estos recortes no podrían ser peores. Si efectivamente las agrupaciones artísticas de pequeño y mediano tamaño se ven obligadas a desaparecer, la base de la pirámide de creación y oferta musical se destruiría. Esto conllevaría por supuesto la destrucción de puestos de trabajo. Además, las grandes instituciones, que normalmente se apoyan en éstas de mediano tamaño, no encontrarían su soporte. Centrándonos en la juventud, el arte emergente y los nuevos artistas ya no tendrían medios donde expresarse y contribuir al desarrollo artístico del lugar, poniendo en riesgo también la capacidad de garantizar calidad y relevo. Al mismo tiempo, si se reducen los espectáculos y se aumenta el precio de las entradas, es obvio que la música en particular y el arte en general se convertirán en elitistas, y sólo unos pocos se lo podrían permitir.

Puede que con todas estas medidas que el Gobierno holandés propone, “salvemos” la economía; pero puede que esos mismos gobernantes hayan ignorado todo lo que se pierde por dar prioridad a la economía, que el precio a pagar por ella es muy alto si lo medimos en calidad de vida e integridad humana; en definitiva, que hay muchas cosas más importantes, como el nivel cultural en el que queremos educar a las futuras generaciones. No se trata de defender el arte holandés, sino un modelo cultural que valore la importancia del arte en la sociedad y en la educación. Y ahora no hablo como músico, sino simplemente como ser humano.

Beatriz Pomés.

domingo, 29 de mayo de 2011

La búsqueda

Por Miguel Tantos

Ya han pasado siete años desde que me convertí en expatriado. Una aventura que empezó siendo un año fuera haciendo un Master y tornó en una búsqueda de oportunidades profesionales fuera de mi propio país.

Desde las primeras semanas en Londres me di cuenta de que detrás de esos días grises y lluviosos y de una educación más o menos estricta y conservadora se escondía una abanico de posibilidades para poder desarrollar mi carrera de una forma más autónoma e independiente.

Muchas veces parece ser que al músico de corte clásico se le abren sólo dos vías únicas al terminar sus estudios: ser profesor o pertenecer al exclusivo grupo de músicos que consiguen una plaza en una Orquesta sinfónica. Y esto mismo es lo que hice yo durante los años entre mi graduación en el Conservatorio y mi marcha a Londres. Conseguí hacerme hueco como músico extra entre algunas de las orquestas sinfónicas del país y trabajé como profesor  en diversos centros. Sin embargo, estos logros significaban mucho más para mis círculos sociales que para mí. En el año anterior a marcharme a Inglaterra - unos cuatro años después de haber terminado en el Conservatorio - tenía un contrato con una orquesta profesional y trabajo como profesor. Pero no era feliz para nada. No había conseguido lo que yo quería sino lo que los demás esperaban de mí.

Pasando revista a esos años me di cuenta de que lo que realmente había disfrutado eran proyectos paralelos a esa "carrera". Grupos como Tunocco Brass, Numidia, Trombumba, PerFusión, mi querida "Pamplonesa"... Actividades que no cumplían unas expectativas sociales por los motivos que vengo hablando y que sin embargo me realizaban como músico tanto o más que mis actividades "profesionales".

Siendo consciente de todo esto aterricé en Londres, en Guildhall, una escuela abierta y tradicional al mismo tiempo, donde se me brindaron otras oportunidades aparte de tocar el trombón y vi entonces claro que había espacio para mis inquietudes, una posibilidad de poder trabajar en lo que realmente quería.

Hoy en día es una realidad. Tras mi graduación en Guildhall sucumbí a la tentación de volver a la seguridad económica que me ofrecía un puesto de solista en una orquesta. Lo cual no hizo más que corroborar todo esto. Después de dos años trabajando en la Ópera de Santiago de Chile, volví a Londres y decidí forjar una carrera a mi medida. Trabajar en proyectos donde pudiera desarrollar mi creatividad, donde hubiera una colaboración artística real y más cercanos al público y la comunidad. Me gustaría en este blog relatar mis diferentes proyectos, desde colaboraciones con actores y otros artistas a proyectos de carácter social en barrios con problemática social y cárceles. Conciertos de música antigua, jazz, música de cámara o como solista. Talleres, masterclasses, conciertos didácticos, improvisación clásica, música electrónica, instalaciones y colaboración con medios visuales, etcétera, etcétera, etcétera.

Han sido muchos años desde que empecé mi búsqueda y sigo buscando, por supuesto; y seguiré buscando toda mi vida. Pero hoy puedo decir que es posible, que hay otras posibilidades. El camino no ha sido fácil y es mucha gente la que me ha ayudado. Y por supuesto, vivir lejos de tu tierra es duro pero... Supongo que así es la vida.

jueves, 19 de mayo de 2011

Binomios artísticos

Binomios artísticos.
Por Beatriz Pomés

Woody Allen y Mia Farrow, Alfred Hitchcock y Grace Kelly, Federico Fellini y Giulietta Masini, Miles Davis y Bill Evans, Herbert von Karajan y Anne-Sophie Mutter, Paul Cézanne y la montaña Santa Victoria, Gabriel García Márquez y Macondo… Resulta frecuente descubrir como a lo largo de la historia los diferentes tipos de creadores artísticos han elegido actores, intérpretes o lugares como su fetiche a la hora de dar forma a su arte. En el 150 aniversario del nacimiento y el 100 aniversario de la muerte del compositor austriaco Gustav Mahler me gustaría dar a conocer la relación tan especial y cercana que mantuvo con la ahora llamada “mejor orquesta del mundo”, la Concertgebouw de Ámsterdam, y cómo todavía hoy en día las reminiscencias de esa relación están más que presentes.

Gustav Mahler
La orquesta empezó a ofrecer su música el tres de noviembre de 1988. Su segundo director titular, el holandés Willem Mengelberg, estuvo a su frente durante cincuenta años (uno de los periodos más largos en la historia de un de un director frente a una orquesta), concretamente de 1895 a 1945. Dada su profunda amistad, en 1903 Mengelberg invitó a Mahler a la Concertgebouw para dirigir a la orquesta en sus propias Sinfonías número 1 y número 3, encuentro tras el cual el compositor austriaco declaró sentirse en Ámsterdam como en su segunda casa. A este primer contacto le siguieron otros de igual o mayor éxito en 1904, 1906 y 1909, consolidándose poco a poco la relación entre el compositor y la orquesta hasta tal punto que varias de sus composiciones escritas para la Concertgebouw y estrenadas en Ámsterdam.

Gustav Mahler
La inesperada muerte de Mahler en 1911 llevó a Mengelberg a iniciar una fuerte campaña de apoyo y difusión de la creación musical del austriaco, que culminó con el aclamado Festival Mahler de 1920 en el que se tocaron la mayoría de sus composiciones. El evento, que fue muy exitoso, generó no obstante las críticas de los compositores holandeses que se sintieron desplazados en la política concertística de la Concertgebouw. Hoy en día, todavía este Festival es referencia y han sido varias más sus ediciones.

La relación de Mengelberg con la Orquesta terminó precipitadamente en 1945 cuando se descubrió la colaboración del director con el régimen de ocupación de los Países Bajos por parte de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y su acercamiento a los postulados nazis. Se le impuso un periodo de seis años de castigo en los que no podría volver a dirigir la Concertgebow, y a falta de dos meses para la expiración de la pena, Mengelberg murió en Suiza.

No obstante, la relación entre la Orquesta y Mahler sobrevivió por encima de este altercado y del paso del tiempo. Así, en la década de los 60 y 70, el director Bernard Haitink grabó con la orquesta una amplia colección de discos que recogen, entre otros, la integral de las Sinfonías de Mahler que no puede ser más de referencia a la hora de recurrir a grabaciones históricas, pues fueron de las primeras versiones de estas composiciones que quedaron registradas para la historia.

En este año en el que se celebran el doble aniversario de Mahler, la Concertgebouw volvió a hacer gala de su excepcionalidad a la hora de interpretar el repertorio del compositor austriaco, y programó todas sus Sinfonías para la temporada. La venta del aforo completo para todos estos conciertos y la gran expectación por parte del público son la mejor prueba de que está relación sigue siendo tan actual y tan viva como  se merece, pues qué sería de la música sin Gustav Mahler. 


Beatriz Pomés.

lunes, 2 de mayo de 2011

La forma en que se enseña

Dice Ara Malikian que “la pedagogía parte de prohibiciones, no de abrir posibilidades” y que “el comienzo del estudio de un instrumento se basa en cerrar puertas, mostrando una única vía de conocimiento”. Lamentablemente, no puedo estar más de acuerdo con estas afirmaciones ya que como estudiante de flauta travesera vivo en mi propia carne la realidad más cruda de esta circunstancia.

En la pedagogía instrumental de hoy en día sólo se admite una única forma de tocar, siendo incorrecto todo lo que se salga de la norma. Por ejemplo, mi profesor de flauta en la actualidad sabe con exactitud cuestiones como cuántos milímetros deben levantarse los dedos de las llaves, cuál es el ángulo perfecto de posición de los codos y las muñecas o cuál es el porcentaje de bisel que debe estar tapado por cuánto porcentaje de labio inferior. Cualquier detalle que se escape de estas precisas y exactas medidas es perjudicial a la hora de hacer música con un instrumento y debe ser eliminado cuanto antes.

Marcel Moyse
Sin embargo, si como alumna interesada en la historia de mi instrumento observo fotos de grandes intérpretes del pasado, descubro sorprendida que los grandes flautistas de nuestra historia no obedecen a esas estrictas medidas enseñadas hoy en los conservatorios: entre otros, M. Moyse tocaba con la flauta en la comisura lateral de los labios y Ph. Gaubert con una posición que hoy se calificaría no menos que de “horrible”. ¿Qué habría sido de estos grandes flautistas si sus profesores les hubieran impedido tocar como tocaban por no responder al patrón técnico? ¿Cuántos posibles grandes intérpretes la pedagogía actual ha fulminado en el camino en búsqueda de la “técnica perfecta”?                                                                                                                                              

Estoy de acuerdo en que la técnica es base necesaria a la hora de adquirir las destrezas suficientes para dominar un instrumento; pero la técnica debe dar la libertad, no quitarla. ¿Por qué en los modelos pedagógicos de los conservatorios se ha invertido la relación, estando ahora la música al servicio de la técnica? ¿No debería ser al revés, la técnica al servicio de la música? En el momento en que la técnica cohíbe o perjudica la capacidad expresiva del intérprete, hay algo que evidentemente está fallando en el método de enseñanza y aprendizaje, y es ahí donde radica una de las grandes dificultades del profesor de instrumento: adaptar la técnica a las circunstancias y peculiaridades de cada alumno, y hacer de cada uno el mejor músico posible. Así, el profesor no debería intentar definir a todos sus alumnos bajo el mismo molde creando perfectos clones técnicos, no debería dedicarse a cerrar puertas sino a abrirlas, a enseñar caminos, soluciones y alternativas, pues no existe una única vía de conocimiento. Al fin y al cabo, se nos olvida que lo más importante es hacer música.

Beatriz Pomés

Reseña Sonidos de España 23-3-2011

Este pasado sábado 12 de Marzo tuvimos en Los Angeles el concierto que titulé “Sonidos de España,an evening of classical music with a touch of Ñ”. El motivo del mismo no fue otro que reunir a varios de los músicos y compositores españoles que vivimos en Los Angeles; una secuela (aunque a menor escala) del concierto que hace dos años organicé con mi amigo cada vez más conocido, el alicantino Óscar Navarro. Si bien no contábamos con el mismo presupuesto que en aquella ocasión, ni con la misma logística que por aquel entonces, la velada fue muy agradable, tuvimos un gran aforo y el público pudo gozar de una tarde de música de calidad, tanto desde el punto de vista compositivo como del de la calidad de los músicos. Tuve el placer y orgullo de organizar el concierto y además pude participar como músico y estrenar dos de las obras. Y aunque suene arrogante que yo lo diga, el concierto fue un éxito rotundo.


Surgió esta idea porque Óscar iba a pasar unos días en EEUU con motivo del estreno en éste país (concretamente en el prestigioso Lincoln Center de Nueva York) de su nuevo cuarteto Creation, para clarinete, violín, piano y cello. Su amigo y solista internacional el clarinetista Jose Franc Ballester hizo los honores de estrenarlo hace menos de un mes en España, y también en estos conciertos newyorkinos deleitó al público con una música fresca y dinámica pero que no se atiene a los cánones actuales de música, que quizás pretenden investigar mucho con los colores y texturas musicales y poco con la respuesta del público. Oscar ha demostrado una vez más (y no lo digo por ser amigo suyo) que la innovación musical no está reñida con el público y que se está consagrando, si no lo ha hecho ya, como una de las promesas del panorama clásico español.


Como decía, la coincidencia de que Oscar fuera a pasar unos días en EEUU hizo que se me ocurriera proponer al Consulado de España en Los Angeles un nuevo concierto en el que pudiéramos reunirnos algunos de los españoles músicos que vivimos y trabajamos aquí. Tras hablar con el Cónsul la idea le encantó, y enseguida se volcó en apoyarme para que todo saliera redondo: Óscar vendría a Los Angeles para asistir al concierto mientras estrenábamos su obra Creation en la Costa Oeste. Por lo tanto, me puse a trabajar. Contacté con el compositor catalán Roger Julià, quien empieza a consagrarse en la meca del cine, para pedirle su colaboración en el evento, como ya hiciera hace dos años. Y no pude dejar pasar la oportunidad para hacer lo propio con el galardonado Juanjo Colomer, a quien la inmensa mayoría de músicos españoles conoce (sobre todo en el mundo del viento metal). Con un cartel de estas características, el éxito estaba asegurado. Como quería no sólo promocionar a aquellos que no lo necesitan sino más bien a los grandes talentos que poco a poco empiezan a despuntar fuera de nuestras fronteras, pedí a varios de los músicos españoles que viven en Los Angeles su participación en el concierto. Me refiero a artistas como el madrileño Sixto Franco (viola), la asturiana Cecilia Cotero (viola) o el madrileño Régulo Martínez (piano). Quizás ahora no sean nombres conocidos, pero de aquí a unos años os aseguro que serán nombres que a todos nos serán familiares; a fin de cuentas, el evento trataba de eso, de dar a conocer a nuestra gente en este lado del charco pero al mismo tiempo recordar a nuestro país que hay mucha gente que se ha mudado lejos para forjarse un futuro prometedor. Yo estoy convencido de que el Consulado sabe esto, y por eso apoya gustosamente este tipo de eventos.


La noche del 12 fue un éxito rotundo. Contamos con tres estrenos mundiales: Entre Blanco y Negro, para viola y piano de Sixto Franco (su primera obra de cámara como compositor); Capriccio para Trompa y Cuerdas de Roger Julià (obra que tuve el placer de estrenar como solista); y un arreglo de Juanjo Colomer de su concierto para quinteto y orquesta La Devota Lasciva. Sixto demostró que la musicalidad es innata, ya sea como músico intérprete o compositor. La obra de Julià cerró el concierto con la misma energía que había envuelto el evento entero; un gran regalo para los oídos del público. Colomer, por su parte, nos dio una gran lección de orquestación a todos los asistentes y transformó una obra creada originalmente para una gran orquesta con cinco solistas, en una pieza de cámara coqueta aunque profunda. Si no fuera porque yo he escuchado la versión original jamás habría cuestionado si era un arreglo o una obra original. La orquesta Symbiosis de Los Angeles arropó a los músicos españoles aportando el resto de intérpretes que participaron en el concierto; asumir que se puede tirar del carro solamente con producto nacional sería de ilusos. Además, ¡por qué privar de un toque de talento Americano! Y para finalizar, una recepción de comida española (que se quedó corta debido a la abrumadora asistencia al concierto) y un brindis con vino de nuestra tierra. ¡Qué más se puede pedir!


Para una persona como yo, que se muevo entre el mundo de la trompa, de la dirección, del compositor y del organizador de eventos, poder juntar a tanta gente de prestigio a la par que de una gran calidad humana, es un verdadero privilegio. ¿Y qué he sacado yo de todo ello? Obviamente el disfrute que me produce el tocar dos estrenos mundiales y además como solista (no sólo para la obra de Roger sino además como solista de la Serenata de Britten para trompa, tenor y cuerdas). Quizás también la ambición e ilusión de preservar nuestra cultura dentro y fuera de nuestra geografía. También que en el fondo, me encanta estar ocupado, poder entrar en contacto con personas tan importante como el Cónsul de España, compositores de prestigio internacional y solistas de élite. No lo niego. Pero hay, entre todos, un motivo que me mueve mucho más que ninguno: el orgullo que me da compartir el éxito de todos estos músicos, muchos de ellos amigos desde hace ya un tiempo y otros amigos recientes. Me alegra de corazón saber que aunque no lo necesiten, porque su calidad artística habla por ellos mismos, mi granito de arena colabora a que todos nos juntemos a pasar un rato agradable. A fin de cuentas, es el público quien se lleva siempre (y esta vez no fue menos) la mejor parte del pastel. Por mi parte, el trabajo y esfuerzo mereció la pena.
Pablo B. Ortiz De Urbina