jueves, 19 de mayo de 2011

Binomios artísticos

Binomios artísticos.
Por Beatriz Pomés

Woody Allen y Mia Farrow, Alfred Hitchcock y Grace Kelly, Federico Fellini y Giulietta Masini, Miles Davis y Bill Evans, Herbert von Karajan y Anne-Sophie Mutter, Paul Cézanne y la montaña Santa Victoria, Gabriel García Márquez y Macondo… Resulta frecuente descubrir como a lo largo de la historia los diferentes tipos de creadores artísticos han elegido actores, intérpretes o lugares como su fetiche a la hora de dar forma a su arte. En el 150 aniversario del nacimiento y el 100 aniversario de la muerte del compositor austriaco Gustav Mahler me gustaría dar a conocer la relación tan especial y cercana que mantuvo con la ahora llamada “mejor orquesta del mundo”, la Concertgebouw de Ámsterdam, y cómo todavía hoy en día las reminiscencias de esa relación están más que presentes.

Gustav Mahler
La orquesta empezó a ofrecer su música el tres de noviembre de 1988. Su segundo director titular, el holandés Willem Mengelberg, estuvo a su frente durante cincuenta años (uno de los periodos más largos en la historia de un de un director frente a una orquesta), concretamente de 1895 a 1945. Dada su profunda amistad, en 1903 Mengelberg invitó a Mahler a la Concertgebouw para dirigir a la orquesta en sus propias Sinfonías número 1 y número 3, encuentro tras el cual el compositor austriaco declaró sentirse en Ámsterdam como en su segunda casa. A este primer contacto le siguieron otros de igual o mayor éxito en 1904, 1906 y 1909, consolidándose poco a poco la relación entre el compositor y la orquesta hasta tal punto que varias de sus composiciones escritas para la Concertgebouw y estrenadas en Ámsterdam.

Gustav Mahler
La inesperada muerte de Mahler en 1911 llevó a Mengelberg a iniciar una fuerte campaña de apoyo y difusión de la creación musical del austriaco, que culminó con el aclamado Festival Mahler de 1920 en el que se tocaron la mayoría de sus composiciones. El evento, que fue muy exitoso, generó no obstante las críticas de los compositores holandeses que se sintieron desplazados en la política concertística de la Concertgebouw. Hoy en día, todavía este Festival es referencia y han sido varias más sus ediciones.

La relación de Mengelberg con la Orquesta terminó precipitadamente en 1945 cuando se descubrió la colaboración del director con el régimen de ocupación de los Países Bajos por parte de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y su acercamiento a los postulados nazis. Se le impuso un periodo de seis años de castigo en los que no podría volver a dirigir la Concertgebow, y a falta de dos meses para la expiración de la pena, Mengelberg murió en Suiza.

No obstante, la relación entre la Orquesta y Mahler sobrevivió por encima de este altercado y del paso del tiempo. Así, en la década de los 60 y 70, el director Bernard Haitink grabó con la orquesta una amplia colección de discos que recogen, entre otros, la integral de las Sinfonías de Mahler que no puede ser más de referencia a la hora de recurrir a grabaciones históricas, pues fueron de las primeras versiones de estas composiciones que quedaron registradas para la historia.

En este año en el que se celebran el doble aniversario de Mahler, la Concertgebouw volvió a hacer gala de su excepcionalidad a la hora de interpretar el repertorio del compositor austriaco, y programó todas sus Sinfonías para la temporada. La venta del aforo completo para todos estos conciertos y la gran expectación por parte del público son la mejor prueba de que está relación sigue siendo tan actual y tan viva como  se merece, pues qué sería de la música sin Gustav Mahler. 


Beatriz Pomés.

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