lunes, 2 de mayo de 2011

La forma en que se enseña

Dice Ara Malikian que “la pedagogía parte de prohibiciones, no de abrir posibilidades” y que “el comienzo del estudio de un instrumento se basa en cerrar puertas, mostrando una única vía de conocimiento”. Lamentablemente, no puedo estar más de acuerdo con estas afirmaciones ya que como estudiante de flauta travesera vivo en mi propia carne la realidad más cruda de esta circunstancia.

En la pedagogía instrumental de hoy en día sólo se admite una única forma de tocar, siendo incorrecto todo lo que se salga de la norma. Por ejemplo, mi profesor de flauta en la actualidad sabe con exactitud cuestiones como cuántos milímetros deben levantarse los dedos de las llaves, cuál es el ángulo perfecto de posición de los codos y las muñecas o cuál es el porcentaje de bisel que debe estar tapado por cuánto porcentaje de labio inferior. Cualquier detalle que se escape de estas precisas y exactas medidas es perjudicial a la hora de hacer música con un instrumento y debe ser eliminado cuanto antes.

Marcel Moyse
Sin embargo, si como alumna interesada en la historia de mi instrumento observo fotos de grandes intérpretes del pasado, descubro sorprendida que los grandes flautistas de nuestra historia no obedecen a esas estrictas medidas enseñadas hoy en los conservatorios: entre otros, M. Moyse tocaba con la flauta en la comisura lateral de los labios y Ph. Gaubert con una posición que hoy se calificaría no menos que de “horrible”. ¿Qué habría sido de estos grandes flautistas si sus profesores les hubieran impedido tocar como tocaban por no responder al patrón técnico? ¿Cuántos posibles grandes intérpretes la pedagogía actual ha fulminado en el camino en búsqueda de la “técnica perfecta”?                                                                                                                                              

Estoy de acuerdo en que la técnica es base necesaria a la hora de adquirir las destrezas suficientes para dominar un instrumento; pero la técnica debe dar la libertad, no quitarla. ¿Por qué en los modelos pedagógicos de los conservatorios se ha invertido la relación, estando ahora la música al servicio de la técnica? ¿No debería ser al revés, la técnica al servicio de la música? En el momento en que la técnica cohíbe o perjudica la capacidad expresiva del intérprete, hay algo que evidentemente está fallando en el método de enseñanza y aprendizaje, y es ahí donde radica una de las grandes dificultades del profesor de instrumento: adaptar la técnica a las circunstancias y peculiaridades de cada alumno, y hacer de cada uno el mejor músico posible. Así, el profesor no debería intentar definir a todos sus alumnos bajo el mismo molde creando perfectos clones técnicos, no debería dedicarse a cerrar puertas sino a abrirlas, a enseñar caminos, soluciones y alternativas, pues no existe una única vía de conocimiento. Al fin y al cabo, se nos olvida que lo más importante es hacer música.

Beatriz Pomés

2 comentarios:

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  2. Totalmente de acuerdo con lo que nos comentas en esta reflexión Beatriz. Yo soy oboísta y al respirar apoyo la caña en el labio de arriba. Algún profesor casí me quema en la plaza mayor por ello. Preocupado, hace muchos años, en un cursillo con Thomas Indermhule, que algo sabe de esto, le pregunte acerca de mi peculiaridad.

    1. No se había percatado de que así lo hiciera.
    2. Me pregunto... ¿el oboe suena? ¿suena bien? ¿estás cómodo? Entonces, No tienes que preocuparte.

    Creo que va un poco en la línea de lo que aquí expones.

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