lunes, 2 de mayo de 2011

Reseña Sonidos de España 23-3-2011

Este pasado sábado 12 de Marzo tuvimos en Los Angeles el concierto que titulé “Sonidos de España,an evening of classical music with a touch of Ñ”. El motivo del mismo no fue otro que reunir a varios de los músicos y compositores españoles que vivimos en Los Angeles; una secuela (aunque a menor escala) del concierto que hace dos años organicé con mi amigo cada vez más conocido, el alicantino Óscar Navarro. Si bien no contábamos con el mismo presupuesto que en aquella ocasión, ni con la misma logística que por aquel entonces, la velada fue muy agradable, tuvimos un gran aforo y el público pudo gozar de una tarde de música de calidad, tanto desde el punto de vista compositivo como del de la calidad de los músicos. Tuve el placer y orgullo de organizar el concierto y además pude participar como músico y estrenar dos de las obras. Y aunque suene arrogante que yo lo diga, el concierto fue un éxito rotundo.


Surgió esta idea porque Óscar iba a pasar unos días en EEUU con motivo del estreno en éste país (concretamente en el prestigioso Lincoln Center de Nueva York) de su nuevo cuarteto Creation, para clarinete, violín, piano y cello. Su amigo y solista internacional el clarinetista Jose Franc Ballester hizo los honores de estrenarlo hace menos de un mes en España, y también en estos conciertos newyorkinos deleitó al público con una música fresca y dinámica pero que no se atiene a los cánones actuales de música, que quizás pretenden investigar mucho con los colores y texturas musicales y poco con la respuesta del público. Oscar ha demostrado una vez más (y no lo digo por ser amigo suyo) que la innovación musical no está reñida con el público y que se está consagrando, si no lo ha hecho ya, como una de las promesas del panorama clásico español.


Como decía, la coincidencia de que Oscar fuera a pasar unos días en EEUU hizo que se me ocurriera proponer al Consulado de España en Los Angeles un nuevo concierto en el que pudiéramos reunirnos algunos de los españoles músicos que vivimos y trabajamos aquí. Tras hablar con el Cónsul la idea le encantó, y enseguida se volcó en apoyarme para que todo saliera redondo: Óscar vendría a Los Angeles para asistir al concierto mientras estrenábamos su obra Creation en la Costa Oeste. Por lo tanto, me puse a trabajar. Contacté con el compositor catalán Roger Julià, quien empieza a consagrarse en la meca del cine, para pedirle su colaboración en el evento, como ya hiciera hace dos años. Y no pude dejar pasar la oportunidad para hacer lo propio con el galardonado Juanjo Colomer, a quien la inmensa mayoría de músicos españoles conoce (sobre todo en el mundo del viento metal). Con un cartel de estas características, el éxito estaba asegurado. Como quería no sólo promocionar a aquellos que no lo necesitan sino más bien a los grandes talentos que poco a poco empiezan a despuntar fuera de nuestras fronteras, pedí a varios de los músicos españoles que viven en Los Angeles su participación en el concierto. Me refiero a artistas como el madrileño Sixto Franco (viola), la asturiana Cecilia Cotero (viola) o el madrileño Régulo Martínez (piano). Quizás ahora no sean nombres conocidos, pero de aquí a unos años os aseguro que serán nombres que a todos nos serán familiares; a fin de cuentas, el evento trataba de eso, de dar a conocer a nuestra gente en este lado del charco pero al mismo tiempo recordar a nuestro país que hay mucha gente que se ha mudado lejos para forjarse un futuro prometedor. Yo estoy convencido de que el Consulado sabe esto, y por eso apoya gustosamente este tipo de eventos.


La noche del 12 fue un éxito rotundo. Contamos con tres estrenos mundiales: Entre Blanco y Negro, para viola y piano de Sixto Franco (su primera obra de cámara como compositor); Capriccio para Trompa y Cuerdas de Roger Julià (obra que tuve el placer de estrenar como solista); y un arreglo de Juanjo Colomer de su concierto para quinteto y orquesta La Devota Lasciva. Sixto demostró que la musicalidad es innata, ya sea como músico intérprete o compositor. La obra de Julià cerró el concierto con la misma energía que había envuelto el evento entero; un gran regalo para los oídos del público. Colomer, por su parte, nos dio una gran lección de orquestación a todos los asistentes y transformó una obra creada originalmente para una gran orquesta con cinco solistas, en una pieza de cámara coqueta aunque profunda. Si no fuera porque yo he escuchado la versión original jamás habría cuestionado si era un arreglo o una obra original. La orquesta Symbiosis de Los Angeles arropó a los músicos españoles aportando el resto de intérpretes que participaron en el concierto; asumir que se puede tirar del carro solamente con producto nacional sería de ilusos. Además, ¡por qué privar de un toque de talento Americano! Y para finalizar, una recepción de comida española (que se quedó corta debido a la abrumadora asistencia al concierto) y un brindis con vino de nuestra tierra. ¡Qué más se puede pedir!


Para una persona como yo, que se muevo entre el mundo de la trompa, de la dirección, del compositor y del organizador de eventos, poder juntar a tanta gente de prestigio a la par que de una gran calidad humana, es un verdadero privilegio. ¿Y qué he sacado yo de todo ello? Obviamente el disfrute que me produce el tocar dos estrenos mundiales y además como solista (no sólo para la obra de Roger sino además como solista de la Serenata de Britten para trompa, tenor y cuerdas). Quizás también la ambición e ilusión de preservar nuestra cultura dentro y fuera de nuestra geografía. También que en el fondo, me encanta estar ocupado, poder entrar en contacto con personas tan importante como el Cónsul de España, compositores de prestigio internacional y solistas de élite. No lo niego. Pero hay, entre todos, un motivo que me mueve mucho más que ninguno: el orgullo que me da compartir el éxito de todos estos músicos, muchos de ellos amigos desde hace ya un tiempo y otros amigos recientes. Me alegra de corazón saber que aunque no lo necesiten, porque su calidad artística habla por ellos mismos, mi granito de arena colabora a que todos nos juntemos a pasar un rato agradable. A fin de cuentas, es el público quien se lleva siempre (y esta vez no fue menos) la mejor parte del pastel. Por mi parte, el trabajo y esfuerzo mereció la pena.
Pablo B. Ortiz De Urbina

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